jueves, noviembre 18

Chely está de vuelta

Hola amigos del reino, después de un largo período de ausencia, he vuelto para seguir hablando de Holguín, la ciudad en la que vivo, la que me vio nacer y me crió, a la que siento le debe muchísimo de todo lo bueno y lo malo que me pasa.
Les comento que hoy el día está nublado, pero hay gente en la calle, hace calor, como casi siempre. Noviembre tiene unas luces hermosas, y en Holguín las disfruto mucho, sobre todo en las tardes. Mi bebé me espera en casa, ahora empiezo a redescubrirme a mí y al lugar en el que vivo, porque todo lo veo a través de sus ojos. Cuando camino por estas calles llanas y rectas, imagino que pronto ella las recorrerá y que tambiéb marcarán su existencia.

viernes, julio 24

Holguín: El adiós de los graduados

Una crónica sobre las graduaciones en Holguín...

Hace poco supe que mis padres no tuvieron acto de graduación. Por una razón u otra no se vistieron de aro, balde y paleta para recibir el título universitario de manos de sus padres o de alguno de sus profesores. Al momento, me pareció inconcebible, quizás porque para mí es muy importante guardar en la memoria “los últimos momentos de algo”; por ejemplo, en las graduaciones sabes que verás a tu grupo de cinco años unido por última vez, que toda esta generación de jóvenes se dispersará y en un futuro verás a uno con uniforme de ETECSA y carpetica de empresario, a otra detrás de un mostrador, a otro al abrir la puerta de una oficina, pero juntos, en una misma plaza, como en los matutinos, esta será la última vez. Seguir

miércoles, julio 8

Calor en Holguín...

El calor en Holguín es abrumador. Hay que pensarlo muy bien para salir de casa, también para quedarse. Creo que la frase más repetida por estos días es justamente ¡¡qué calor mi madre!! Es lógico, estamos a inicios de julio, lo que pasa es que por mucho tiempo que uno haya vivido en una ciudad calurosa, no se acostumbra nunca a este sopor, a este caldo.
Cuando hay frío la gente siempre dice que prefiere el calor, y cuando estamos en verano no paran de decir lo contrario. Conmigo no sucede así, aún en las épocas de frío más violento, que en Holguín no son muy extensas, mantengo mi posición contrario al calor, al sol insoportable, que te hace sudar como en una sauna, que no lo calma ni un baño de agua helada, ni un ventilador, apenas un aire acondicionado.
El calor es el culpable de mi inmovilidad por estos días. Esa densidad que te hace moverte en cámara lenta, como si las gotas de sudor aumentaran unos kilos a tu cuerpo, como si te envolviera una masa de alguna sustancia transparente, que no ves, pero sí sientes. Es una tortura solo imaginar el momento en que deba ponerme el pantalón y salga a la calle, sudo solo de pensar en cómo se me mojarán las piernas, las axilas… No pienso torturarlos más, espero que ahora mismo usted esté en una oficina con un aire acondicionado muy potente, o listo para partir a una piscina, o en pleno invierno, ¡Qué envidia!